Que bonito y que fugaz ese momento en el que, absorbidos por la nebulosa, desapareció el gentío, nuestros labios se encontraron (y quisieron jugar), nuestras lenguas se acariciaron levemente y los sentidos se anularon para disfrutar, aislado, del tacto y del hormigueo que invadió mi cuerpo.
Un instante.
Revivo ese momento.
lunes, 1 de octubre de 2007
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